Crear sonrisas a pesar de la tristeza local: el rol del activismo juvenil en Tucumán
Las juventudes, enmarcadas en un duro contexto socioeconómico y político, siguen buscando las formas de crear sonrisas.
En Tucumán, con las crisis económicas de diferentes Gobiernos, se incrementó la presencia de comedores sociales. Estos tienen un fin social y, aunque a veces se cruzan y entrelazan con la política, el objetivo principal es conseguir donaciones para dar una mano, plato de comida y un abrazo simbólico a quienes más lo necesitan.
El rol del activismo de los jóvenes en estos organismos es crucial para crear un mundo diferente y que estos espacios funcionen. Sin embargo, y a pesar de la energía, las ganas y el entusiasmo de la edad, crear sonrisas suele ser complicado.En el Gobierno actual, la motosierra apuntó directamente a lo social y a entidades como comedores y fundaciones. A pesar de eso, en la provincia existen agrupaciones que buscan todavía, sin fines de lucro, ayudar a los niños vulnerados en distintos barrios. Un claro ejemplo es el caso de los alimentos retenidos por el Ministerio de Capital Humano. Ese caos despertó la alerta en los comedores y, tras semanas de crisis, lo último que se definió es que el organismo social tiene 48 horas para definir cómo y de qué manera garantizará el derecho a la alimentación en los comedores.
CÓMO ES SER JOVEN Y CREAR SONRISAS
En la búsqueda de la mirada juvenil, aquella que no está manchada por los Gobiernos, crisis y economía, Enterate Noticias conoció la visión de Creando Sonrisas, una organización social destinada a la ayuda comunitaria en barrios de la periferia de la capital tucumana. Julieta Ortiz, activista del grupo, contó: "Desde un primer momento sabíamos que la idea no era hacer caridad momentánea, sino un impacto a largo plazo".
Buscaron su "sede" en Villa Urquiza, desde casas de vecinos hasta concentrarse en crear estatutos para establecerse como fundación y tener un lugar propio. Así fue como consiguieron un complejo abandonado que, a pesar de no tener luz ni agua, es un rincón de encuentro: "Todo lo montamos para el día y luego vuelve a estar vacío", detalla. Además, manifesta su cariño por este espacio: "A pesar de las condiciones en las que se encuentra, es el lugar que nos permite sumar días de comedor, invitar profesionales a dar talleres y dividirnos para mejorar la alfabetización de los niños".
La joven además explicó el rol que tienen los participantes de este grupo. Para Ortiz, ser voluntario requiere de trabajo físico y de predisposición para compartir con los niños y afianzar ese vínculo fundamental para ellos. Con esas bases, buscan dividir sus tareas en áreas como prensa, cocina, finanzas, mapeo, recreación, educación y deportes.
CÓMO SOLVENTAR LAS SONRISAS EN MEDIO DE LA CRISIS
A pesar de que el contexto económico no acompañe de la mejor manera, la activista resaltó la importancia de ser apolíticos en un contexto tan difícil, es decir, aceptar donaciones de quien esté dispuesto a ayudarlos. Con relación a este punto, explicó su postura: "La ayuda gubernamental solía venir con letra chica de una foto con los niños en fechas de campaña o por un beneficio a cambio, y eso se percibe solo como una ayuda momentánea".
Con iniciativas como ferias de ropa americana, ventas de platos dulces, lavados de autos o incluso un festival con entrada a voluntad, más el impulso de las redes sociales, las organizaciones se mantienen de pie. "Sin dudas ser comedor siempre ha sido uno de los ejes porque un niño sin alimentarse es un niño que no aprende y le cuesta sobrevivir", remarcó Julieta Ortiz.
Finalmente, la joven tucumana reflexionó sobre la importancia que tienen estos lugares en la sociedad: "Aprendimos que hay chicos que si no comen acá no ven comida en sus casas. Están acostumbrados a pasar hambre porque es lo que el contexto tiene para ofrecerles. Si no hay, no se come. Y, a pesar de que tenemos ganas, nuestro contexto sólo nos permite brindar un plato de comida dos veces por semana". Eso, para ella, es su motor para trabajar en la creación de sonrisas.