A los tucumanos los aplastó ver al gigante que se despertó en el parque

El Palacio de los Deportes volvió a latir en todo su esplendor con la música de Andrés Calamaro. Una historia de supervivencia entre el tiempo y el arte.

La voz de Andrés Calamaro, la guitarra de Brian Figueroa, el bajo de Mariano Domínguez y la batería de Andrés Litwin despertaron al Palacio de los Deportes, un gigante que estuvo dormido y que ahora emergió con su imponente estructura para sobresalir dentro del frondoso paisaje que entrega el Parque 9 de Julio, uno de los puntos verdes más importantes del continente.

El bestiario formado por más de 5.000 seres que habitaron el parque en la noche del jueves tuvo al Salmón como su ejemplar más incandescente. Calamaro cantó durante casi dos horas clásicos como "Cuando no estás", "Flaca", "Crímenes perfectos" y "Estadio Azteca", un tema que evoca justamente a un imponente coliseo moderno. A los tucumanos los aplastó ver al gigante, ahora despierto.

A los tucumanos los aplastó ver al gigante que se despertó en el parque

El Palacio de los Deportes ofreció un viaje en el tiempo. Por casi dos horas los presentes vivieron la misma experiencia que los jóvenes de los años '80. Eran otros tiempos, era otra la historia.

La Historia del Palacio de los Deportes

La obra fue inaugurada con el nombre de "Anfiteatro Parque 9 de Julio" el 24 de septiembre de 1977 con la presentación de un ballet de patín de la escuela alemana que contó con la presencia de Jorge Rafael Videla.

La construcción del imponente anfiteatro se inició en el año 1962, pero fue interrumpida, hasta que en 1977 el entonces gobernador Antonio Bussi la reactivó. En tan solo cuatro días se techaron los 4000 m2 de la cubierta. Con esa obra, el espacio proyectaba ser el escenario de grandes espectáculos artísticos y deportivos como tenis, básquet y vóley.

Inauguración del Palacio de los Deportes

Inauguración del Palacio de los Deportes

El diseño elegido por el arquitecto Enrique Gallardo Vázquez, autor de la exterminal de ómnibus, fue una planta en forma de abanico simulando los teatros griegos, similar al del anfiteatro de El Cadillal, pero protegido por una cubierta. En ese sentido, el diseño buscó que la acústica y la capacidad de evacuación fueran ideales para espectáculos musicales, y que a la vez contara con la posibilidad de ofrecer espacios para prácticas deportivas.

El anfiteatro fue regido por los fundamentos de la arquitectura tardomoderna, que exhibe, desde una escala monumental, la contundencia de los elementos constructivos con énfasis en las cubiertas y a las explanadas como los elementos arquitectónicos protagónicos de la obra.

El imponente anfiteatro fue testigo de una gran variedad de eventos, desde el Mundial de Tiro al Platillo (1981), hasta importantes shows musicales de Charly García, Fito Páez, Lito Nebbia, Baglieto, Soda Stéreo, Luis Alberto Spinetta, Piero, Menudo, entre otras figuras de la música argentina que brillaban en los años '80.

Durante más de 30 años, distintos gobiernos prometieron recuperarlo, pero los proyectos quedaron truncos. En 1994, se amagó con una concesión privada, y en 1999, el entonces intendente Óscar Paz dijo que lo iban a recuperar, pero no avanzó. En 2013, José Alperovich y José López anunciaron un microestadio y tampoco se concretó. En 2018, Germán Alfaro presentó el "CEP" (Centro de Espectáculos Polifuncional). Sin embargo, no pasó de un anuncio. Durante su gestión el abandono se profundizó con techos rotos, butacas destruidas y un edificio cada vez más cerca del colapso.

A los tucumanos los aplastó ver al gigante que se despertó en el parque

La gestión de Rossana Chahla tuvo como prioridad recuperar el Palacio de los Deportes a través de trabajos de jerarquización que incluyeron la refacción de baños, el mantenimiento de luminarias y trabajos de fortalecimiento del escenario para asegurar las condiciones requeridas para la realización de eventos.

El Palacio de los Deportes invita a discutir esa perversa lucidez de la nostalgia que sugiere que "todo tiempo pasado fue mejor". Con esta obra, el gigante del parque se convertirá en un santuario en el que padres e hijos canten las mismas canciones, parejas demuestren su amor frente a las luces de un escenario y todos puedan contemplar al mayor adversario del paso del tiempo: el arte.

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