El papa Francisco viaja a Luxemburgo y Bruselas en medio de las tensiones internacionales
En su viaje a Europa, el papa Francisco se reunirá con fieles católicos y tratará temas de actualidad global, incluyendo la violencia en Líbano y el doloroso legado de los abusos en Bélgica.
El papa Francisco emprendió este jueves su viaje a Luxemburgo y Bruselas, donde se espera que ofrezca un mensaje de esperanza y unidad en un contexto internacional marcado por tensiones. Este periplo, que se extenderá hasta el domingo, busca revitalizar la fe en dos naciones que albergan instituciones europeas clave, y dará voz a la necesidad de acogida y solidaridad entre los pueblos.
Antes de su partida, el pontífice expresó su profunda preocupación por la situación en Líbano, calificando de "inaceptable" la "terrible escalada" de violencia en la región. Hizo un llamado a la comunidad internacional para que tome medidas urgentes para detener la crisis.
Actividades en Luxemburgo
El papa aterrizará en el aeropuerto de Findel en Luxemburgo, donde será recibido por el gran duque Enrique y otras autoridades locales. Su agenda incluye un discurso ante las autoridades del país y un encuentro con cientos de fieles en la catedral Notre-Dame. También realizará un recorrido en papamóvil por las calles de la capital, brindando a los ciudadanos la oportunidad de verlo en un ambiente más cercano.
Este viaje representa la primera visita papal a Luxemburgo desde 1985, cuando Juan Pablo II celebró una misa con 60.000 asistentes, un evento histórico que dejó una huella profunda en la nación.
Matteo Bruni, director del servicio de prensa de la Santa Sede, indicó que la paz será un tema central en los discursos de Francisco durante su visita. El papa planea dedicar sus palabras a la memoria de aquellos que han trabajado incansablemente por la paz en Europa, especialmente en un momento en que el continente enfrenta el riesgo de ser arrastrado nuevamente al conflicto.
La visita también abordará un tema delicado: las violencias sexuales contra menores por parte de miembros del clero en Bélgica, lo que añade una capa de relevancia y urgencia al viaje.
El viaje del papa a Luxemburgo se produce en un contexto donde la religiosidad disminuyó significativamente. En 1985, un 79% de los luxemburgueses se identificaban como religiosos, en su mayoría católicos; sin embargo, en la actualidad, una mayoría de la población no profesa ninguna religión. Esta transformación social plantea un desafío adicional para el pontífice en su esfuerzo por revitalizar la fe en la región.