Francisco y su última morada: el Papa que eligió vivir con humildad hasta el final
Casa Santa Marta, el hogar que eligió en vez del lujo del Palacio Apostólico
Desde el inicio de su pontificado en 2013, el papa Francisco dejó en claro que no sería un pontífice tradicional. Tras su elección en el cónclave, recorrió el lujoso apartamento papal en el tercer piso del Palacio Apostólico y decidió que no era para él. "Es como un embudo al revés. Se pierde independencia y humanidad", había dicho en una entrevista.
En cambio, eligió instalarse en un espacio mucho más modesto: la Casa Santa Marta. Un edificio sobrio dentro del Vaticano, con historia diplomática y espíritu comunitario. Allí vivió durante doce años, hasta el último día de su vida. Fue en su habitación del segundo piso donde se confirmó su fallecimiento y donde comenzarán los ritos fúnebres que él mismo dejó escritos.
Un departamento sencillo y compartido con los suyos
Nada de lujos ni excesos. Francisco vivía en un departamento de dos ambientes, con baño, una salita y su escritorio. Compartía piso con colaboradores de confianza como los argentinos Daniel Pellizzon y Juan Cruz Villalón, y el italiano Fabio Salerno. Todos convivían en un entorno de cercanía y trabajo cotidiano.
La Casa Santa Marta funciona como hospedaje para cardenales y sacerdotes, con un comedor de autoservicio donde el Papa solía comer como uno más, sin privilegios ni barreras jerárquicas. El lugar tiene 105 suites dobles y 26 habitaciones individuales, y es gestionado por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
Santa Marta: mucho más que una residencia
Para Francisco, Santa Marta no fue solo su casa, sino también un espacio de encuentro y diálogo. Allí recibió a líderes mundiales, amigos y delegaciones sin los rigores del protocolo vaticano. Ese estilo más directo e íntimo dio origen a lo que muchos llamaron la "diplomacia de Santa Marta", una forma más humana y accesible de ejercer el poder.
Este lunes, a las 20:00 (hora local), se realizará en su propia habitación el rito de constatación de su muerte. En ese lugar elegido por convicción y coherencia, comenzará su despedida. La misma sencillez que marcó su vida será también el sello de su adiós.