Funeral del papa Francisco: a qué hora será y cómo será la ceremonia en el Vaticano

El Vaticano confirmó los detalles del funeral que se realizará esta semana, siguiendo el protocolo reservado a los pontífices fallecidos.

La Santa Sede informó que el féretro de Francisco será trasladado este miércoles 23 de abril a las 9 de la mañana (hora de Roma), es decir, a las 4 de la madrugada en Argentina, desde la capilla de la residencia de Santa Marta hasta la Basílica Papal de San Pedro.

El traslado seguirá el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el rito oficial para los funerales papales. Antes de la procesión, habrá un momento de oración presidido por el cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Iglesia Romana.

La procesión partirá desde la capilla privada del Vaticano, recorrerá la Plaza Santa Marta y la Plaza de los Protomártires Romanos, y desde el Arco de las Campanas se dirigirá a la Plaza de San Pedro, ingresando a la basílica por la puerta central. Allí, frente al Altar de la Confesión, se celebrará la Liturgia de la Palabra, también a cargo del cardenal Farrell. Al finalizar, el templo será abierto para que los fieles puedan rendirle homenaje.

La misa funeral será el sábado

El acto principal será el próximo sábado 26 de abril a las 10 (hora de Roma, 5 en Argentina). Estará presidido por el cardenal Giovanni Battista Re, y contará con la presencia de toda la jerarquía eclesiástica vaticana.

Según se detalló, los patriarcas y cardenales se reunirán a las 8.45 en la capilla de Santa Marta, mientras que arzobispos, obispos y miembros del Coro Pontificio lo harán desde las 8.30 en la Plaza Santa Marta, todos vestidos con sus hábitos corales, como lo estipula el Motu Proprio Pontificalis Domus.

Francisco pidió una tumba sencilla

El testamento de Francisco reveló que deseaba ser enterrado en una tumba sencilla en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma.

"La tumba debe ser en la tierra; sencilla, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus", dejó escrito.

También expresó su deseo de que su último viaje terrenal concluya en ese santuario mariano, al que acudía al inicio y final de cada Viaje Apostólico para agradecer a la Virgen María.

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