Llegó a EE. UU. para ayudar a su madre, fue asesinada y su cuerpo vendido por partes

Aurimar Iturriago, una joven venezolana de 21 años, fue víctima de un sistema que deshumaniza a los migrantes. Su cuerpo fue declarado "no reclamado" y dividido para investigaciones médicas sin el consentimiento de su familia.

Aurimar Iturriago dejó su hogar en Venezuela con el sueño de ayudar a su madre y construir un mejor futuro. Sin embargo, su travesía hacia Estados Unidos terminó en tragedia y se convirtió en un desgarrador ejemplo de cómo los migrantes más vulnerables son tratados como mercancías.

Desde su humilde hogar en Zulia, Venezuela, Aurimar trabajaba desde los 16 años limpiando casas y cuidando jardines. En 2022, decidió migrar a Estados Unidos para pagar los medicamentos de su madre y mejorar su calidad de vida. El peligroso trayecto incluyó el cruce de la selva del Darién y el río Grande, pero Aurimar logró llegar a Texas, donde comenzó a trabajar como limpiadora.

Una noche fatídica en Texas

El 29 de octubre de 2022, Aurimar fue asesinada en Carrollton, Texas. Viajaba en un auto cuando Shardrel Damon Webb, otro conductor, abrió fuego tras un altercado vial. Una bala impactó en su cabeza, causando su muerte instantánea. Según testigos, Aurimar llevaba apenas $8.18 y un encendedor en sus bolsillos.

Declarada "no reclamada" y convertida en mercancía

Tras su muerte, las autoridades del condado de Dallas declararon su cuerpo "no reclamado", a pesar de que su madre, Arelis Villegas, estaba en contacto constante con ella. Un conocido de Aurimar ofreció donar su cuerpo a un programa de investigación médica sin el consentimiento de su madre.

El cuerpo de Aurimar fue transferido al University of North Texas Health Science Center y utilizado en procedimientos quirúrgicos. Su torso fue empleado en un entrenamiento médico, mientras que sus piernas fueron utilizadas posteriormente, generando ingresos significativos para el programa.

Arelis, desde Venezuela y con recursos limitados, se enteró de la verdad dos años después, cuando un artículo reveló que los restos de su hija habían sido divididos y utilizados en investigaciones. Devastada, expresó: "Ella no es un animal para ser despedazada".

El caso expuso un sistema que se beneficia de los cuerpos de migrantes vulnerables. Aunque el centro médico suspendió su programa y despidió a los responsables, la familia de Aurimar aún enfrenta una lucha por repatriar sus restos cremados y obtener justicia.

La historia de Aurimar es un recordatorio de las múltiples formas de deshumanización que enfrentan los migrantes. Su sueño de ayudar a su familia terminó en tragedia, pero su caso provocó indignación y llamado la atención sobre la necesidad de garantizar derechos básicos para los más vulnerables.

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