Controlar el enojo es posible: ejercicios de la neurociencia para conseguir bienestar

"Las emociones son señales de alarma", explica María Roca, investigadora del Conicet.

Las emociones son señales de alarma que nos dicen que algo importante para nuestro bienestar está pasando, y son importantes. María Roca es neuróloga y nos cuenta sobre las herramientas que podemos usar para gestionar las emociones, y nunca intentar suprimirlas.

"Es importante saber cuando algo nos está pasando y saber escuchar eso. Las emociones que sentimos son muy ´malas consejeras´ con las decisiones, porque muchas veces nos hacen hacer cosas de las cuales nos podemos arrepentir. Por ejemplo, el enojo o la ira; con una respuesta o una acción hostil de la cual nos podemos arrepentir", explica Roca, psicóloga especializada en la evaluación de las funciones cognitivas, entre las que se incluyen la memoria, la atención y el lenguaje, entre otros.

Primeramente, podemos identificar lo que sentimos. Paul Ekman, psicólogo, investigador y profesor, fue pionero en el estudio de las emociones y su expresión facial.  En 1979, identificó 6 emociones básicas y prácticamente universales en todas las culturas. Según sus estudios, estas son: miedo, tristeza, ira, alegría, sorpresa y asco.

Esta clasificación de las emociones básicas es la más extendida y aceptada.    

¿Cómo controlar la ira?   

  "El manejo de la ira es muy variable de persona a persona. Hay quienes tienen un buen manejo de la ira, que quiere decir que gestionan la emoción, no que la suprimen. Son personas que pueden buscar alguna manera adecuada de expresar su frustración o aquello que los enoja", define Maria Roca, coordinadora científica de la Fundación INECO.

Es necesario transitar el enojo, al igual que otras emociones, para comenzar a explorarlo. Así se podrá arribar a una idea que nos ayude a abordar nuestras necesidades de la mejor manera posible, dentro de un contexto real y a resolver aquello que precisemos

Usamos distintas palabras para definir esta emoción, desde ira, enojo, rabia, hasta furia; van cambiando en intensidad.  

"En general, tiene que ver con aquello que nos hace sentir que se nos está tratando de manera injusta, es una de las razones por la que nos podemos sentir enojados. Desde un punto de vista neurocientífico, es muy importante decir que las emociones están presentes en todos los seres humanos y en todas las especies", define Roca.

Cómo funcionamos emocionalmente

"Las emociones básicas pueden llevarnos a tomar malas decisiones, también pueden aprender a gestionarse. La ciencia ha dado muchísima información para poder hacerlo. Mediante intervenciones, podemos tratar esas emociones: lo primero es identificar la emoción, darnos cuenta y parar. Darnos cuenta de que estamos enojados o que estamos en un ataque de ira", resume Roca. 

Como paso siguiente, identificar la fuente de esa emoción. Qué es lo que me lo provoca y verificar si la intensidad que estoy sintiendo de la emoción es acorde con lo que me está pasando. 

 Vemos un ejemplo simple: Sí venía conduciendo y sufro un choque de atrás, quizás, da para que tenga un ataque de rabia y quiera lastimar a la otra persona. "Entonces, gestionarla, tratarla, manejar esa emoción. Pretender suprimir las emociones es una muy mala idea, hace mal a la salud mental y física; al sistema cardiovascular, etc. Por eso en neurociencias no hablamos de supresión, sino de gestión. Buscar alguna técnica para poder calmarnos", resume Roca.  

  "Igualmente, hay veces que una persona está triste, está deprimida o tiene algún tipo de sentimiento y a partir de esa emoción reacciona con otra; es decir, puede llegar a ser violento o puede llegar a ser hostil, pero el fundamento de eso tiene que ver con la otra emoción que le está condicionando, puede ser algo interno que debemos identificar", recalca la especialista en salud mental.

En general, lo que disparan las emociones son estímulos internos, pensamientos, preocupaciones, sentimientos con respecto a nosotros mismos o a los demás; o cuestiones externas. Atento a esto, es importante decir que las emociones son normales, son esperables y la variabilidad emocional es esperable en todos los individuos.

 Es normal que, eventualmente, nos enojemos, nos sintamos tristes o estemos contentos. Sin embargo, algunas emociones pueden funcionar como un síntoma de alguna condición. No es lo mismo estar triste que estar deprimido.

No es lo mismo enojarse que tener una condición que afecte nuestra capacidad de manejar la ira. Ahora bien, ¿cómo saber la diferencia? "En salud mental planteamos que cuando afecta nuestra funcionalidad, cuando impacta en nuestro trabajo, en una relación, en el cumplimiento de las normas, o en la relación con los familiares, entonces es importante hacer una consulta médica; porque hay distintas condiciones que pueden afectar nuestra capacidad de gestionar" enumera Roca. 

"Creo que el mensaje es positivo. Primero saber que estas cosas son normales y que cuando se vuelven un problema hay maneras de tratarlos. Buscando un diagnóstico y ayuda profesional, como también desarrollar estrategias de gestión emocional.

Estrategias para manejar los ataques de ira

"Pueden nacer desde cada uno. Lo que le funciona a una persona, puede no funcionarle a otras. A algunos pueden servirles las técnicas de respiración y relajación; a otros lo que nos decía la abuela: contar hasta diez, por ejemplo", enumera la doctora Roca.

No hay que tratar de ser muy racional en el medio del impulso, cuando el protagonismo de todo tu ser termina siendo el odio, la rabia, la bronca. Lo que hay que tratar es de gestionar la reacción. 

"Algunos deciden abstraerse, irse, huir de esa situación para tratar de reflexionar. Seguramente es difícil gobernar en el medio de esa situación ´tensa´", avisa y retoma: "cuando se vuelve un problema hay maneras de tratarlos, desde buscar un diagnóstico y ayuda profesional hasta desarrollar estrategias de gestión emocional".

Cuando una emoción se hace activa, se dispara automáticamente, se hace muy difícil tomar decisiones racionales. Pero, como todo en el cerebro, se entrena.

"Uno puede entrenarse en detectar esto y generar una estrategia que nos sirva a cada uno de gestión emocional.  Puede ser irse lejos, apartarse de la situación que no estresa, pensar en otra cosa que te haga sentir distinto. Eso no es suprimir la emoción, sino tratar de cambiarla por otra", sintetiza la científica. 

"Postergar suele ser muy útil. A menudo doy el mismo ejemplo, cuando escribís un mail enojado, si ponemos programar para enviar en dos horas vas a ver que seguro algo cambias del mail original. Entonces, logras expresar esa emoción, no la suprimís. Estás actuando, pero estás postergando esa acción. Si uno pudiera hacer eso, que en una situación cara a cara puede ser contar hasta diez, salir de la cancha, dar una vuelta o estacionar el auto, antes de ponerte a discutir con la otra persona, sería poner en práctica esas distintas técnicas, lograríamos superar o gestionar esas emociones que se nos disparan automáticamente" enumera. Ese es el mensaje positivo, se puede gestionar la ira.

En otros casos, se puede llegar a tener un problema en la gestión de la ira. "En general, los que lo tienen saben que lo tienen porque lo sufren. Sin embargo, insisto en que hay estrategias que se pueden aplicar, también que hay condiciones que pueden generar esos estados o condiciones. Como, por ejemplo, en trastornos de la personalidad o en el trastorno bipolar. No necesariamente implica ese diagnóstico, pero que si esto sucede y está impactando nuestra vida, es importante consultar un especialista que nos diga cómo manejarlo, porque el impacto puede ser cada vez mayor y es importante tenerlo en cuenta", cierra la Dra. Roca.

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