Siguiendo los caminos del rock en Tucumán: Sonido '74 (Aguilares)

Pensar en el rock de la provincia implica hablar de años de bandas y caminos recorridos. Pero así como decimos que el concepto "rock nacional" puede ser polémico porque solo habla de Buenos Aires; nuestro rock implica pensar muchas veces en San Miguel de Tucumán. En este primer artículo viajaremos a la ciudad de las Avenidas para conocer sus orígenes en el rock: esta es la historia de Sonido ‘74.

Agustin Haro - Licenciado en Historia. Docente de Nivel Superior (No Universitario) y del Instituto Técnico Aguilares

Penúltima presentación del grupo en el Colegio Nicolás Avellaneda. Interpretando "Who'll Stop the Rain" (fotografía del archivo de Jorge Arias).

Penúltima presentación del grupo en el Colegio Nicolás Avellaneda. Interpretando "Who'll Stop the Rain" (fotografía del archivo de Jorge Arias).

Tucumán, Aguilares, finales de los años 60. Unos años turbulentos desde lo social, marcados por la represiva y trágica dictadura que había iniciado en 1966 con Juan Carlos Onganía y que, entre algunas de sus notas menos destacables, se encuentra el cierre de los ingenios azucareros de la provincia.

Una nueva realidad social que iba a marcar a fuego la vida de miles de trabajadores del surco y de los ingenios, que de un momento a otro perdían gran parte de su sustento, que los movía en el día a día de una provincia en crisis. En este contexto, que también iba a estar marcado por el aumento de la conflictividad social, iban sucediéndose distintos levantamientos que hasta el día de hoy se encuentran grabados en la retina de los testigos de la época: los Tucumanazos. Calles con barricadas, represión y sangre teñían la vida de los ciudadanos de a pie.

En este ámbito, la cultura se hacía eco de una realidad y el "Tucumán Arde" aparecía en 1968, como un medio para mostrar puertas hacia afuera cuál era la realidad de hambre que se pasaba en el terruño. Eso no quitaba la existencia de espacios como los bailes, donde los sectores populares asistían a pasar las penas, y jóvenes podían guiarse al son de las orquestas de época que de a poco dejaban el tango, jazz y pasodobles para probar suerte con los ritmos tropicales que iban ganando cada vez más notoriedad.

Así, una nueva invasión inglesa se hacía eco en la provincia: The Beatles,  The Rollings Stones, Small Faces y Hollies aparecían cada vez más en las disquerías. En este mundo se encontraban dos jóvenes entusiastas por la música, Jorge Arias y Ramón Antonio Soria, al momento estudiantes del Colegio Nacional Nicolás Avellaneda. En un banco de la Plaza 25 de Mayo, la principal de la Ciudad de las Avenidas se decidieron en armar una banda de forma bastante rudimentaria. En palabras de Jorge, una guitarra y un bombo legüero hacían de base sobre la cual empezaban las andanzas que eran acompañadas por las familias trabajadoras.

En la búsqueda de formar una banda, llegó a los oídos de los jóvenes el rumor de que en los barrios aguilarenses andaba otro fanático de la música, un guitarrista de folclore pero dedicado al punteo. Ese joven era José Rojas, Pepe para los amigos. Tanto Ramón como Jorge concuerdan en pensar sobre el desafío de convencer a Pepe, destacado como folclorista en aquel entonces, a pasar a formar filas de un grupo de rock.

Sonido ‘74 se forma: a sumar edades

En ese entusiasmo de juventud, Jorge, Ramón, Pepe y Alberto llegan a un acuerdo acerca del nombre: Sonido ‘74. Pero si estamos entre finales del 67 y comienzos del 68, ¿de dónde viene ese nombre? Con los miembros de la banda presentes encontramos la misma respuesta: 74 era la sumatoria de la edad de todos sus miembros.

Parte de la creación ya estaba en marcha, pero ¿y la música? Atrás quedarían la criolla y el bombo, los punteos de folclore de Pepe. El rock estaba presente, inclusive en lo que muchas veces se conoció despectivamente como el interior del interior. Esta nueva rebeldía se iba a enmarcar en dos espacios, el de la nueva ola o música que para 1968 se había convertido de baile (Los Iracundos, Los Náufragos, Industria Nacional o Trocha Angosta, por ejemplo) y, por otro lado, el creciente rock nacional con la tríada primigenia: Manal, Almendra y Los Gatos, que habian ido dejando esa nueva ola para ir endureciendo su sonido.

Este escenario iba marcando un horizonte para romper una burbuja de cristal para los jóvenes aguilarenses. Inicios del 68, y los instrumentos estaban al caer. Ramón Soria comenta en su recuerdo sobre eso al decir que Arias con mucho esfuerzo llegó a Buenos Aires, con algo de soporte familiar, para adquirir los instrumentos en Casa América.

Pero, ¿y el dinero para la aventura? ¿De dónde salió? Aquí las versiones y los recuerdos se entrecruzan entre un misterioso hombre, cual cuento de hadas, el favor del dueño de una confitería, como así también el papel de un prestamista de cierto buen corazón. Junto con Aldo Priotti, pariente, que oficiaba de manager y presentador, el conjunto fue tocando para hacerse conocido. El tiempo y la realidad personal marcaba en ese entonces un cambio: por razones personales Alberto dejaba la banda e ingresaba su hermano Victor Hugo Rojas al bajo. Ya Sonido estaba establecido:

  • Jorge Arias: guitarra rítmica y voz
  • José Pepe Rojas: primera guitarra
  • Víctor Hugo Rojas: bajo
  • Ramón Antonio Soria: batería

1969: la amplificación

Estamos ya en 1969 y los jóvenes trajeados de Sonido ‘74 empezaban a mezclar algunos temas propios de Arias, con un material que venía de Buenos Aires. Estamos en el momento en el cual la tríada inicíatica del rock nacional empezaba a constituirse con fuerzas.

En efecto, Jorge comenta que llegaron a un punto de estar en las disyuntiva de sumar a un organista y seguir con los bailes o mantenerse como un grupo cada vez más eléctrico y rockero. Vamos entrando con esto a la segunda etapa de la banda, con algo propio y mucho de lo que se escuchaba en Buenos Aires, el grupo empieza a cambiar.

El sonido va mejorando, y las presentaciones se van ampliando permitiéndoles compartir escenario con bandas como Los Fantasmas y Los Sabuesos. El grupo ganaba festivales, su nombre iba en crecimiento y eso los lleva a participar del Primer Festival Beat del Noroeste en diciembre de 1969, que se realizó en el Club Estudiantes de San Miguel de Tucumán. Allí inclusive hicierin parte de un concurso de la discográfica EMI para grabar un single.

Jorge, Ramón, Victor Hugo y Pepe, sin embargo, eran jóvenes estudiantes. En este transcurrir con Sonido ‘74 fueron pasando su secundario. ¿Que cabía esperar al momento de terminar el ciclo? El frasco de cristal se había roto, pero había que pensar en algo propio del momento en el cual la música del interior se encontraba.

No era fácil ser músico de rock en un espacio que no fuera Buenos Aires, las discográficas exigían la estadía de la banda en la capital, con giras tendientes a promocionar simples que, de acuerdo a la recepción, llevaran a la concreción de un Long Play. El material de la banda seguía mezclándose con covers mayormente de The Beatles con "Let it Be" y "Good Day Sunshine", o de Creedence Clearwater Revival, con "Green River", por ejemplo. 

Sonido ‘74 parecía asentarse y ser una representación firme del rock aguilarense: ya habían pasado por Radio Nacional, por LV12, habían sido teloneros de Vox Dei y Almendra, e inclusive había salido en la Caja N° 10, programa musical de Canal 10.

Pero la realidad social marcó una agenda relevante en la vida del conjunto. El secundario se terminaba y era hora de trabajar o continuar con los estudios. Con la influencia de la astronomía, el conjunto pasó a llamarse Fornax. En esa instancia se sumaba una nueva voz principal, bajo la figura de El Chueco Saavedra.

Entre el año 1970 y sobre todo 1971, la realidad del fin estaba en el horizonte y efectivamente ocurrió. Son pocos los registros fotográficos que quedan de la banda, no era algo común como lo es hoy en día. La penúltima presentación del conjunto como tal se dio el día de egreso de Jorge Arias, momento que está inmortalizado en esta foto en el pasillo del colegio

Siguiendo los caminos del rock en Tucumán: Sonido '74 (Aguilares)

  La banda llegó a su fin, pero como «nada puede escapar», en este artículo buscamos honrar la memoria de ese grupo que supo sacar a Aguilares hacia el rock: Sonido ‘74.  

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