¡A pura rosca y motosierra!, ¿O no?

Semana de ajuste con rosca. Mientras en el PJ hay "Judas", "Barrabases", y "Poncios Pilatos", en La Libertad Avanza se menciona al "Chacho".

Patricio Adorno. Politólogo y docente universitario.

¿Qué le pareció está semanita amigo lector?

Desde el oficialismo, el Javo mostró que, a la motosierra, todavía le quedaba nafta, que la parrilla de Olivos aún tenía algo de asado para la rosca y que, por si fuera poco, al gobierno las internas (y los despelotes) le sobran.

Ojo, no crea que los libertarios fueron los únicos que destacaron en estos días porque, en el peronismo, no se quedaron atrás. La interna entre Quintela y Cristina sigue al rojo vivo con un Kicillof que se roba toda la atención. Festival de impugnaciones, declaraciones picantes y el riesgo latente de terminar en la justicia. Igualitos a la facción bonaerense de sus primos radicales.

Finalmente, Cambiemos (o lo que en algún momento supo ser ese espacio político) también dio la nota. La coalición sigue estallando por los aires. Primero, explotó la alianza entre la UCR, el PRO y la Coalición Cívica. A eso le siguieron las implosiones al interior del partido amarillo que, cómo recordará, se produjeron en dos etapas, Bullrich vs Larreta primero y Bullrich vs Macri después. Esta semana, y luego de muchas idas y vueltas, le tocó el turno a los radicales. "Que se quiebre pero no se doble" decía Além, uno de los fundadores del partido centenario.

Cómo puede ver, amigo lector, hay mucho por revisar, así que, cual Colapinto, abróchese el cinturón que arrancamos.

El oficialismo empezó dando la nota tempranito, el domingo por la noche, cuando el Javo, en un rapto de honestidad y (tal vez, un poco pasado de) confianza, contó que tiene el morbo de "ser el que le ponga el último clavo al ataúd de kirchnerismo con Cristina adentro". Debo confesarle que, cuando lo escuché, se me vino a la cabeza la imagen del cajón de Herminio Iglesias: el dirigente peronista, en un mitin, prendió fuego un féretro con la sigla de la UCR como acto de campaña. Con eso, terminó de garantizar la victoria del radicalismo.

Uno entiende que, subir al ring a Cristina, le sirve al Javo (y a la propia expresidente), en parte porque refresca la idea del pasado que lo convirtió en gobierno; en parte porque es a la dirigente que la propia base de votantes libertarios reconoce como líder de la oposición; en parte porque termina de adueñarse de las banderas identitarias del PRO. Así, de a partes, polarizar parece un negocio redondo. Para ambos.

Cristina necesita, de cara a las elecciones en la interna justicialista y, especialmente, pensando en las elecciones del año que viene, volver a posicionarse como la referente de mayor peso dentro del PJ. El Javo, por otro lado, necesita terminar de detener la caída de su imagen porque, como lo explicamos en otras oportunidades, la opinión pública sigue siendo su principal arma y escudo.

Y esta necesidad se agrava ahora que, el Congreso, está tratando el Presupuesto 2025. Hasta ahora, logró derrotar públicamente a todos los que osaron enfrentarlo. Pero la última marcha universitaria mostró que la casta empieza a desafiarlo. Y, para sostener el invicto, necesita reforzar la convicción de la sociedad. Demostrar que está haciendo aquello que prometió. No solamente terminar con la inflación, sino, además, hacérsela pagar a la casta.

Es en ese contexto, el proveer de contenido simbólico a su base de apoyo, que se entienden los anuncios del gobierno de esta semana. La "disolución" de la AFIP, la privatización de Trenes Argentinos, el impulso a la privatización de Aerolíneas Argentinas y la intimación a 10.000 empleados públicos para que se jubilen, son anuncios de "motosierra profunda contra la casta" que, sin embargo, corren riesgo de favorecer los reclamos de un partido amarillo que busca, en las deficiencias de la gestión libertaria, la justificación para formar parte del gobierno. Macri fue clarito al respecto: no solo son "fácilmente infiltrables" sino que, además, sólo "son Javier, Karina y los cuatro perros".

Lo que no se entiende en este contexto, son las declaraciones de Lilia Lemoine. Porque, amigo lector, hasta aquí la semana podría haber terminado con saldo positivo para el oficialismo: los bonos suben, el riesgo país cae, el dólar está tranquilo y la brecha es corta. Pero se ve que faltaba picante para arrancar bien el finde.

La diputada cosplayer sostuvo que Vicky Villarruel es la peor vicepresidente de la historia y que, a diferencia de Chacho Álvarez (vicepresidente hasta octubre del 2000), "él no llegó colgado de las bolas de De la Rúa". No me quedó clara la imagen, amigo lector. ¿Vicky llegó colgada de las bolas del Javo? ¿Si Vicky es el Chacho del Javo, entonces Milei es el De la Rúa de Villarruel? Siguiendo la metáfora, entonces, ¿Macri jugará el rol de Alfonsín?. Son especulaciones peligrosas para los libertarios, y eso qué no mencionamos (ni de cerca) las cotidianas referencias al presunto planeamiento para un golpe de Estado que plantea, cada vez que puede, la Pato.

Dejemos de lado al Gobierno y pasemos al peronismo, que viene tanto o más picante que el oficialismo, sobre todo ahora que nos enteramos de que en el movimiento justicialista hay muchos "Judas", "Barrabases", y "Poncios Pilatos". En criollo, según Cristina, el PJ estaría lleno de compañeros que te venden por treinta monedas, de ladrones de gallinas y de entregadores que se lavan las manos. Fuerte ¿No cree?

La interna entre CFK y Quintela sigue su curso natural y se encamina, indefectiblemente, a las urnas el próximo 17 de noviembre. Eso sí, no sabemos si habrá urnas. Tampoco si habrá candidatos. Es que esta semana, se cuestionaron los avales del riojano, no aparecieron las fichas de afiliación al PJ de algunos postulantes y se empezaron a bajar un par de los que iban en las listas. En el medio, está Kicillof.

Las presiones, desde ambos lados de la interna, sobre el gobernador bonaerense para que se exprese, en favor o en contra, de alguna de las opciones solo parece confirmar una cosa: que tiene ascendente suficiente para inclinar la balanza. Primus inter paris, le llaman los especialistas. Conducción, susurran por lo bajo los legos.

Esto explica el distanciamiento con CFK y el kirchnerismo. En "el Patria" sostienen que "él es gracias a ella, lo hizo ministro y gobernador, no habría llegado sin el dedo de Cristina". Kicillof lo sabe. Cómo sabe del caso de Alberto y de Scioli. Y también del de Larreta, a quien le habría preguntado personalmente qué hacer para evitar cometer los mismos errores.

No me dejará mentir, amigo lector, cuando afirmo que, en política, matar (figurativamente) al padre no solo es necesario, sino que es indispensable.

Cómo lo es negociar, "rosquear", pactar y acordar. Todas cosas típicas de la casta. Todas cosas necesarias para gobernar un estado. Incluso para aquellos que, como un topo, deben gestionar su destrucción.

¿Fin?

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