Habló la única sobreviviente del derrumbe en Villa Gesell: qué dijo
María Josefa Bonazza es la única persona rescatada con vida de la tragedia del hotel Dubrovnik de la ciudad veraniega. Conversó con la prensa y reveló lo que la mantuvo con vida.
María Josefa Bonazza, de 79 años, es la única persona rescatada con vida tras el derrumbe del edificio en Villa Gesell. En el siniestro perdió a su esposo, el reconocido artista Federico Ciocchini. En una entrevista exclusiva desde el Hospital Fossati de Balcarce, Bonazza relata cómo utilizó un ingenioso SOS en código morse y técnicas de yoga para mantenerse con vida bajo los escombros.
El 6 de octubre, María Josefa se encontraba descansando con su esposo en un departamento vecino al Hotel Dubrovnik cuando, en medio de la noche, un estruendo destrozó su mundo. "Un ruido ensordecedor, como una explosión, nos sorprendió. Y de repente, todo se vino abajo", recordó. A pesar de estar atrapada entre toneladas de escombros y con las piernas atrapadas, María no perdió la calma.
DERRUMBE EN VILLA GESELL: EL INGENIOSO USO DEL CÓDIGO MORSE BAJO LOS ESCOMBROS
Con la certeza de que podía respirar gracias a un espacio de aire que se había formado a su alrededor, María comenzó a buscar una forma de pedir ayuda. "No podía mover mucho, pero cuando logré mover un brazo, comencé a palpar a mi alrededor", explicó. Fue así que encontró una piedra, con la cual empezó a golpear el suelo de manera repetitiva, haciendo el famoso código morse: "ta ta ta... taaa taaa taaa... ta ta ta".
"El bombero Mariano me dijo que fue gracias a eso que me encontraron", relató María, quien destacó la importancia de conocer el código internacional de socorro, ya que, según cuenta, "hay muchas personas jóvenes que ni siquiera saben lo que es, y en situaciones como esta te puede salvar la vida".
TÉCNICAS DE YOGA Y UN HILO DE ESPERANZA
Además de su ingenio con el código morse, María también recurrió a su experiencia con el yoga para sobrevivir. "Con la respiración, me mantenía tranquila. Al principio, me costaba, pero sabía que debía controlar mi cuerpo para no gastar energía", contó.
A medida que pasaban las horas, los rescatistas comenzaron a hacer su trabajo. María escuchaba a lo lejos las sirenas y sentía la presencia de los bomberos que se comunicaban con ella. "Me pedían que les indicara dónde sentía los golpes. Con la cámara, pudieron hacerse una idea de mi posición", explicó.
La incertidumbre sobre la suerte de su marido la acompañó durante todo ese tiempo. "Nunca sentí que él estuviera sufriendo, pero sabía que ya no me respondía", aseguró. Mientras tanto, el equipo de rescate lograba encontrar el cuerpo de Federico. Aunque nadie le informó directamente de su muerte, María sabía lo que había ocurrido. "Yo ya lo sentía, aunque no me lo dijeran. Fueron 48 años de amor, de una vida hermosa", concluyó con tristeza.