La Iglesia se planta ante Milei: el legado social del Papa incomoda al Gobierno

La Iglesia profundiza su defensa de los sectores más vulnerables mientras crecen las tensiones con la Casa Rosada.

La ausencia de Javier Milei en el último adiós al papa Francisco en el Vaticano no pasó desapercibida. Aunque el Presidente participó de las exequias oficiales, decidió no estar en el momento más íntimo: el cierre del féretro. Esta decisión no solo causó malestar en Roma, sino también en el Episcopado argentino, más aún cuando figuras como Lula da Silva y Dilma Rousseff dijeron presente.

Desde el entorno presidencial minimizaron el tema. Incluso Milei contó que mantuvo una charla conciliadora con el Papa, a quien le pidió disculpas por sus antiguas críticas. Francisco, según relató el propio mandatario, aceptó las disculpas y lo atribuyó a "errores de juventud". Sin embargo, el vínculo entre la Iglesia y el Gobierno enfrenta un nuevo capítulo, marcado por tensiones y diferencias ideológicas.

La Iglesia redobla su compromiso con los más vulnerables

El mensaje que deja Francisco entre sus pares argentinos es claro: no correrse del rol de acompañar a los más postergados. Así lo manifestaron en los últimos días figuras como Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires, y Eduardo García, obispo de San Justo. Ambos vienen trabajando desde hace años en villas, barrios humildes y contextos carcelarios, con una mirada centrada en lo social y en los efectos concretos de la inflación y la pobreza.

La defensa de los jubilados, la atención en salud pública, la solidaridad con quienes sufren el ajuste económico: todo eso forma parte del legado que, desde la Iglesia, aseguran que mantendrán vigente. Y no todos en el Gobierno lo ven con buenos ojos, especialmente cuando se trata de curas villeros o de acciones que podrían ser interpretadas como oposición política.

Curas villeros, organizaciones sociales y una bandera que sigue flameando

Los curas que trabajan en los márgenes y las organizaciones sociales ya comenzaron a movilizarse en nombre del legado papal. Ayer, frente a la Catedral y en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires, se vieron marchas y actos en los que se reivindicaron las ideas de Francisco. Y todo indica que esto no será aislado.

En un contexto económico tenso y con un Gobierno que busca recortar el gasto social, el rol activo de la Iglesia promete ser un factor de presión. Francisco ya no está, pero su mirada sobre los pobres y la justicia social seguirá presente, encarnada en quienes asumen la misión de sostenerla en tiempos de ajuste.

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