El martes 17 de diciembre, Moscú fue escenario de una explosión que acabó con la vida de Ígor Kirílov, comandante de las fuerzas rusas de defensa radiológica, química y biológica, y su asistente. El atentado, ocurrido en una zona residencial del sudeste de la ciudad, fue atribuido al Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), según fuentes del mismo organismo.

El Comité de Investigación ruso confirmó la muerte de los dos militares tras una explosión provocada por un artefacto explosivo colocado en un monopatín estacionado cerca del edificio donde se encontraban. La detonación afectó gravemente la entrada del inmueble y dañó varias ventanas en los apartamentos cercanos.

Repercusiones y acusaciones del SBU

El SBU ucraniano no tardó en reivindicar el atentado. Según un portavoz del servicio de inteligencia ucraniano, la operación fue una "acción especial" contra Kirílov, al que acusaron de ser responsable del uso de armas químicas contra las fuerzas ucranianas. 

"Kirílov era un criminal de guerra", afirmaron desde el SBU, señalando que el militar ruso ordenó el uso de agentes químicos prohibidos en el frente de combate en Ucrania. El ataque se produce en el marco de un conflicto donde las acusaciones sobre el uso de armas químicas por parte de Rusia han sido recurrentes.

Un contexto de sanciones y confrontaciones internacionales

Kirílov, quien estaba al mando de las fuerzas encargadas de las armas químicas en el ejército ruso desde 2017, había sido objeto de sanciones internacionales. En octubre de 2023, el Reino Unido lo incluyó en su lista de sancionados debido a su presunta participación en el uso de armas químicas en Ucrania, específicamente las granadas de combate K-1, equipadas con irritantes tóxicos, que según informes afectaron a más de 2.000 soldados ucranianos.

El atentado en Moscú se produce justo después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, celebrara los avances de su ejército en el este de Ucrania, destacando la importancia estratégica de estos progresos antes de la llegada del nuevo presidente estadounidense. Mientras tanto, las acusaciones sobre el uso de sustancias químicas continúan siendo un tema candente en el conflicto, con ambas partes señalándose mutuamente por violaciones de la Convención sobre Armas Químicas.

Este hecho resalta la intensificación del conflicto y el clima de violencia en torno a las decisiones de alto nivel dentro del ejército ruso, al tiempo que subraya las tensiones políticas y militares que continúan escalando en la región.