Pensamientos panaderos: el rol del cerebro en la elección de las comidas

Llega el frío y, con él, los pensamientos panaderos. Cómo es el proceso químico cuando elegimos qué ingerir.

Periodista

Cuando las bajas temperaturas llegan, es común que las personas deseen un tipo de comida en particular y, surgen así, los conocidos "pensamientos panaderos". En el invierno es casi una tradición el chocolate después de la cena o un plato de fideos con salsa. De ese modo, hay quienes dicen que es un deseo insaciable y otros que optan por elegir una vida más saludable, pero ¿cuál es la relación entre el frío y la elección de estas comidas? ¿Se trata de fenómenos fisiológicos?

Los especialistas son los que responden de mejor manera estas preguntas. Según la Universidad de O´Higgins de Estados Unidos, la razón por la que buscamos más alimentos calóricos es porque el cuerpo trata de mantenerse en una temperatura apta para soportar el frío. Cuando bajan las temperaturas, el cuerpo trabaja más para mantenerse caliente y, por lo tanto, requiere más energía en forma de calorías.

COMER ES UN ASPECTO QUÍMICO Y EMOCIONAL

El hecho de elegir las comidas más dulces tiene un común denominador: el azúcar y sus derivados. No solo está en los postres o meriendas, sino también se la añade en la salsa de tomate, yogur y comidas saladas. Es importante entender cómo afecta al cerebro.

En el canal de YouTube Sé Curioso - TED-Ed se explica cómo al ingerir azúcar, se activan las papilas gustativas, las cuales envían señales al cerebro. Así, este activa su sistema de recompensa y emite la serotonina, el químico de la felicidad, lo que genera el deseo de seguir comiendo. 

Sin embargo, las cuestiones fisiológicas no son las únicas que intervienen. Enterate Noticias dialogó con la nutricionista Juliana Bonilla. "Son muchos los factores que entran en la elección de comidas. Desde lo geográfico, lo emocional y hasta lo ambiental", comenzó diciendo.

Si bien, según Bonilla, hay muchas cuestiones en el medio, lo emocional juega un rol fundamental: "Cuando uno está triste, elige comidas que lo ayuden a sentirse mejor. Por ejemplo: una medialuna da placer y eso cambia el ánimo".

De todos modos, la especialista aseguró que hay que tener cuidado con estas elecciones, ya que se puede generar una mala relación con la comida: "Las emociones no pueden guiar la ingesta de alimentos. De lo contrario, cada vez que haya un sentimiento de tristeza, comeré para estar mejor y esa no es la solución". Y, si a esto se lo vincula con el aspecto químico del cerebro, la emisión de serotonina puede ser contradictoria: cuanto más se consume azúcar, más tolerancia a ella se genera, además de la pérdida de control y el deseo en exceso; es decir, se crea una adicción.

Por ende, al comparar todas las versiones y datos, la serotonina, que deriva de la dopamina, es un químico que en exceso funciona como una droga, pero en su justa medida, un plato de fideo con salsa o una medialuna es un generador de felicidad, entonces, unos pensamientos panaderos de vez en cuando, no hacen daño. 

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