¿Qué no nos dejó este 2024?

 No nos dejó un país más unido, solidario y empático. Tampoco nos dejó menos corrupción, ni menos "casta". Ni logró conjugar menos política y más libertad, pese a los discursos que resonaron en defensa de esta última. Sino solo hay que preguntárselo a los periodistas ensobrados, a los jubilados que siguen esperando un alivio o a los artistas que osaron tener ideas diferentes al gobierno de turno. No hubo una oposición reflexiva, capaz de aprender de sus errores y egoísmos para reinventarse y ofrecer una nueva política. Reflexión y unión, esas palabras tan repetidas en las fiestas, parecieron ser las grandes ausencias de este año. Sin embargo, también es cierto que este 2024 nos dejó importantes aprendizajes. Descubrimos que, pese a todo pronóstico y discursos, la inflación se podía bajar y controlar. Y reafirmamos que la democracia sigue siendo el mejor modelo de gobierno. Los argentinos eligieron a un presidente sin territorio, sin estructuras partidarias en las provincias y con una fiscalización nacional precaria. Y, sin embargo, ese presidente logró consolidarse en el poder y en la gente. Y está cerrando el año como el conductor de un país con una sociedad que se adapta, con grandes esfuerzos y esperanza, a nuevas formas de entender la política.

¿Qué sí nos dejó este 2024?

Nos dejó un presidente sin experiencia, sin gestión previa, sin equipo ni poder inicial, pero con gran coherencia en sus sustento discursivo. Su misión: traer las ideas de la libertad a nuestro país, armado no con armas sino con una "motosierra" simbólica, que termine la corrupción que por años empobreció a los Argentinos, y que hoy es aplaudida por una gran parte de los argentinos. El 2024 fue el año en que un presidente con la mayor fragilidad política-minorías en el Congreso y sin gobernadores afines-terminó viendo cómo las provincias se alineaban con su discurso y la Cámara de Diputados se movía disimuladamente al compás de las consignas de "¡Viva la libertad, carajo!".

.Si algo queda claro al mirar hacia atrás, es que la política demostró ser, una vez más, el arte de lo imposible. Transformó lo irreal en cotidiano: el líder de lo incorrecto convirtiéndose en el estandarte de una renovación que polariza y fascina a partes iguales. Nos deja un año donde no hubo quien no abrazara-aunque sea en secreto-las ideas de la libertad o se sintiera tentado por ellas.

Y en el mundo, mientras Argentina busca recomponerse económicamente y redefinir su modelo político, el resto del planeta enfrenta sus propias tormentas. La guerra entre Rusia y Ucrania entra en su tercer año sin soluciones a la vista. Medio Oriente sigue ardiendo y la tensión en escalada desde los ataques terroristas en Israel y las grandes represalias que lleva miles de muertos a la fecha, mientras Europa permanece horrorizada y paralizada ante el caos global y tratando de no mirar hacia dentro que la extrema derecha sigue creciendo. En Estados Unidos, un presidente electo-condenado judicialmente durante su campaña-intenta mantener un frágil equilibrio de credibilidad mientras su base electoral sueña con revivir una "América grandiosa". Este es el mundo que vemos hoy moverse hacia un nuevo año y despedirse del que termina.

Entonces, ¿Qué nos dejó este 2024?

Nos dejó la gran lección de que vivimos en un mundo que todavía lidia con las consecuencias de una pandemia que destruyó la seguridad, las libertades y las vidas de millones. Los miedos, las pérdidas y la ineptitud de muchos líderes políticos durante esa crisis ahora se reflejan en la convulsión política y social que afecta tanto a la Argentina como al resto del mundo.

Frente a este panorama, los gobiernos oficialistas fueron cayendo porque, en el fondo, no supieron cómo salvar a sus ciudadanos de un virus que se propagó más rápido que cualquier idea o medida que pudieran implementar. Y además, tiempo después se evidenciaron errores y casos de corrupción en medio de esa época.

La pregunta para el futuro no es qué nos dejará el próximo año, sino si seremos capaces de construir, entre tanto ruido, un mundo más justo, solidario y estable para todos 

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