Una monja rompió el protocolo para llorar junto al féretro del papa Francisco
El gesto que conmovió al Vaticano.
En medio del solemne protocolo que marcó el inicio del velorio del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, una escena rompió la rigidez ceremonial y conmovió al mundo. Geneviève Jeanningros, una monja francesa de 81 años, se salió de la fila de obispos y cardenales para ubicarse sola, en silencio, al costado del féretro de su amigo. Allí, sin que nadie la detuviera, lloró en silencio durante varios minutos.
La imagen de esta religiosa pequeña y frágil, con un pañuelo en la mano secándose las lágrimas, se volvió viral. No se trataba de una desconocida: Jeanningros era una de las amigas más cercanas de Francisco. Él la llamaba con cariño "la enfant terrible", por su carácter rebelde y su compromiso inquebrantable con los excluidos.
Una vida dedicada a los márgenes
Sor Geneviève pertenece a la orden de las Hermanitas de Jesús y lleva más de cinco décadas trabajando con colectivos vulnerables: feriantes, personas en situación de calle, y especialmente mujeres trans. En plena Roma, esta monjita hizo de su vocación un puente entre la Iglesia y quienes suelen quedar afuera.
Durante el papado de Francisco, fue ella quien lo acercó a la comunidad trans y a los vendedores ambulantes de las afueras de la capital italiana. En varias ocasiones, organizó audiencias para que estas personas pudieran conocer y hablar con el Papa. "Incluso una de ellas fue asesinada poco después del encuentro. Le llevé la foto a Francisco y él rezó por ella", contó la hermana a medios vaticanos.
Un vínculo íntimo que desafió las formas
El vínculo entre Francisco y Geneviève era tan cercano como atípico. El 31 de julio de 2024, logró que el Papa visitara un parque de atracciones en Ostia para encontrarse con los feriantes. Durante la pandemia, fue clave para que el Vaticano enviara ayuda a trabajadoras sexuales y feriantes que no podían sostenerse.
En su última despedida, esa cercanía se tradujo en un gesto íntimo, sincero, y poderoso: romper el protocolo no por rebeldía, sino por amor. En un mar de solemnidad, fue su dolor el que le habló al mundo.El video: