Jóvenes con discapacidad visual también viven la pasión futbolera

Nicolás Ferreyra tiene 24 años, es jugador de Atlético y forma parte del proyecto que dio lugar al equipo de la disciplina en la provincia. El equipo surge de un proyecto que Nicolás lleva adelante desde la Coordinación General de Red Mate. Es un proyecto de jóvenes con discapacidad visual y su razón de ser fue la digitalización de material de estudio para que los chicos ciegos puedan estudiar en los niveles secundarios y universitarios. De ello se desprende la idea de hacer deporte y de eso mismo el fútbol.

Nicolás se juntó con Miguel Canto, capitán del equipo y parte de la dirigencia. Compraron una pelota y emprendieron la búsqueda de personas con acceso a canchas de fútbol. Así, comenzaron convocando a los chicos de la Escuela Braille y a otras personas que tuvieran ganas de jugar a la pelota pero de manera recreativa. "Como un picadito dos veces por semana, para hacer algo durante la pandemia", explica Nicolás.

La disciplina fue creciendo orgánicamente al punto de que sus participantes solicitaron la oportunidad de competir comprometiéndose con los entrenamientos.

 "Mi mayor anhelo es lograr que el deporte crezca"

Nicolás expresa que su mayor deseo es que el fútbol para ciegos crezca de manera estructural. Además, enfocarse en jugar en su equipo, competir y entrenar lo hace muy feliz. Asimismo, comenta que le gusta mucho la parte dirigencial y colaborar para que los chicos tengan un espacio estable, incluso si no continúa en ello.

El deporte es transformador

El jugador hace una apreciación de lo que el deporte puede brindar: "Mejora la calidad de vida, te hace mejor persona, más disciplinado, y en las personas con discapacidad, esto se potencia". Remarca que es aplicable a cualquier persona que tenga discapacidad y el deseo de mantener el cuerpo en movimiento.

"Soy lo que soy en gran parte gracias al deporte. Además, tuve la oportunidad de conocer otras provincias y países. Es lo que busco transmitir cada vez que puedo hablar con la gente", reflexiona Nicolás.

Los chicos están muy agradecidos con Atlético, que les abrió las puertas. Además, analizan: "El hecho de que a la primera división le vaya bien hace que les vaya bien a todos".

Los jugadores de fútbol ciego compartieron con la reserva del club y Nicolás remarca que lo más importante fue que los hicieron sentir tan deportistas como ellos. "A veces uno mismo y la sociedad tiende a minimizar el esfuerzo que hace un deportista adaptado. Quizá, no tomamos dimensión de todo el esfuerzo y trabajo psicológico que hay detrás", explica el jugador.

Conversaron mucho de fútbol y, además, les dieron la posibilidad de jugar con ellos en las mismas condiciones, tapándose los ojos y con la pelota que se fabrica especialmente para esta categoría. "Es muy divertido cuando hacemos que el otro, que no tiene una discapacidad, se coloque en nuestro lugar. Generalmente surgen momentos muy alegres", revela. 

Así se juega

La disciplina es una adaptación del futsal y se practica con un antifaz. Primero se coloca una venda pegada en los ojos y luego van las gafas. Algunos jugadores se ponen un protector en la cabeza, no es obligatorio pero lo hacen sobre todo por los choques que pueden sufrir.

El arco tiene las mismas dimensiones de un arco de hockey, la pelota tiene sonido y para ello contiene de seis a ocho cápsulas sonoras que se colocan entre la tajada y la cámara. Cuando la pelota rueda, las bolitas de acero que se encuentran dentro de las cápsulas generan el sonido.

La cancha se divide en tres tercios de 13 metros cada uno, en total, mide 40 metros de largo. El primer tercio lo guía el arquero, quien por lo general no tiene discapacidad visual. Como dato curioso, en Atlético el arquero de esta categoría también formó parte de las inferiores del fútbol convencional.

Por otro lado, el director técnico guía la mitad de la cancha desde el banco de suplentes, mientras que detrás del arco contrario se para el llamador que coordina la delantera. Cada uno tiene su momento para guiar al equipo, así sucede que, por ejemplo, si el técnico habla cuando la pelota está en el tercio del arquero, es sancionado. El resto de las reglas se definen en: dos tiempos de 15 minutos; como en el básquet, hay un tiempo muerto por tiempo; las faltas son acumulativas y hay penal de seis metros y doble penal de ocho.