La familia poliamorosa de cuatro que se encarga de criar a un chico de 12

Pablo, Cecilia, Sebastián y Florencia viven juntos en una casa del sur del conurbano bonaerense. Cómo es la vida de esta cuatreja. Los problemas de convivencia y el mito de la alta frecuencia sexual

Pablo D'Orto se describe como "felizmente poliamoroso, convencido bisexual y eventual crossdresser". Sin embargo, su vida no siempre fue así. De los 17 a los 22 años, Pablo vivió como monje de clausura, tiempo en el que tenía posturas conservadoras en temas como el aborto, la homosexualidad y la libertad sexual.

En 2005, después de dejar la vida religiosa, Pablo se reencontró con Cecilia Figlioli, una compañera de su adolescencia, y juntos formaron una pareja monogámica. Fue en 2011 cuando decidieron abrir su relación, iniciando un camino que los llevó a convivir con Sebastián y Florencia, quienes ahora forman parte de su hogar en Ranelagh junto con el hijo de Florencia, de 12 años.

"Todos juntos nos turnamos en la atención del hijo de Florencia, al que todos vemos como nuestro también. No es que es una obligación. Pero cada uno pone algo por ejemplo en la organización del cumpleaños. O se encarga de la comida o de traerlo o llevarlo al colegio", explica Pablo.


Cecilia recuerda que el concepto de poliamor no era común en ese momento, pero, motivados por sus inquietudes, comenzaron a compartir su experiencia a través de su web "Relaciones abiertas", donde dieron talleres y respondieron preguntas de parejas interesadas en el tema. Esto los llevó a publicar su libro, "La revolución sexoafectiva", en el que relatan las dificultades y aprendizajes de su convivencia poliamorosa.

A pesar de los desafíos, Pablo y Cecilia coinciden en que el poliamor les ha permitido vivir su afecto con mayor libertad. Cecilia admite que al principio enfrentó celos, pero con el tiempo logró superarlos, desafiando el mito del amor romántico que asocia los celos incontrolables con el afecto verdadero.


"Tenía celos al comienzo. Estaba todo hablado, pero cuando pasamos a la acción se complicó - sonríe Cecilia, al recordar ese momento-. Lo trabajé y pude salir de esa situación. Los celos no son propiedad únicamente de quienes tienen pareja. Es probable que todos hayamos sentido celos de los hermanos por el amor de los padres, celos entre amigos. Lo que pasa es que, cuando se trata de la pareja, pareciera que los celos no se pueden controlar. Ese es otro de los mitos del amor romántico: que los celos incontrolables son inherentes al amor", sostiene Cecilia.

En cuanto a la sexualidad, cada miembro de la familia poliamorosa tiene su propio espacio, y las interacciones entre ellos dependen de sus propios tiempos y dinámicas. Pablo explica que los problemas que enfrentan no son diferentes de los de las parejas monogámicas, como cuestiones económicas o de organización del hogar, pero con la diferencia de que son cuatro personas para compartir las tareas y los gastos.

Finalmente, Cecilia y Pablo derriban otro mito: la creencia de que el poliamor implica una mayor frecuencia sexual que la monogamia. Según ellos, la vida sexual en su familia poliamorosa no difiere de la de personas de su misma edad, con mejores y peores momentos. Lo que realmente valoran es la libertad de elección y el respeto mutuo en su convivencia.

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