El martes pasado, en medio del feriado, el representante argentino ante las Naciones Unidas, Francisco Tropepi, emitió el voto por Argentina, sumando al país a la lista de naciones que rechazaron la propuesta presentada por Baréin. En esta resolución, se instaba a los Estados miembros a promover la paz, la tolerancia y la inclusión. Junto a Argentina, se posicionaron Estados Unidos e Israel, mientras que Paraguay y Perú se abstuvieron. Este voto fue un hecho inédito en la historia de la participación argentina en la ONU, sorprendiendo a varios países, quienes lo calificaron de "vergonzoso".

La postura de Milei frente a la ONU

Este voto refleja un giro en la política exterior argentina, alineándose con la visión de Donald Trump, quien recientemente calificó a la ONU de "corrupta", y con la de Netanyahu, cuya política se ha distanciado de los consensos internacionales. Además, el gobierno de Milei ha mostrado una creciente simpatía hacia las políticas de austeridad promovidas por estos líderes, lo que ha generado tensiones con organismos internacionales.

A nivel regional, la postura de Milei también ha sido objeto de atención. En el pasado, Argentina había adoptado una posición más neutral en conflictos internacionales, como el de la invasión rusa a Ucrania. Sin embargo, en esta ocasión, la alineación con Trump y Netanyahu ha dado un giro radical, que genera incertidumbre sobre el rumbo de la diplomacia argentina.

Críticas desde la ONU: un nuevo frente de confrontación

El lunes, en otro frente de conflicto, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, expresó su preocupación por las recientes decisiones de Milei en relación con la Corte Suprema. En su informe anual, Türk criticó la designación por decreto de jueces de la Corte, señalando que esto podría comprometer la independencia judicial y el Estado de Derecho en Argentina.

La respuesta del embajador argentino en Ginebra, Carlos Foradori, fue tajante. Calificó las declaraciones de Türk como "intromisión en la democracia" y subrayó la sorpresa por las críticas. Sin embargo, esta postura ha generado controversia, ya que recuerda a las respuestas de ciertos regímenes autoritarios que rechazan la intervención de organismos internacionales en asuntos internos.

Desafíos para la diplomacia argentina

Este enfrentamiento con la ONU también ha puesto en evidencia un déficit de funcionarios capacitados en la Cancillería argentina para gestionar estas críticas internacionales. Según fuentes diplomáticas, la nueva Directora de Derechos Humanos de la Cancillería, Úrsula Basset, carece de experiencia en tratados multilaterales, lo que ha generado preocupación entre los diplomáticos europeos.

El contexto actual sugiere que Argentina podría enfrentar más tensiones con la comunidad internacional, a medida que su política exterior se acerca más a las posiciones de líderes como Trump y Netanyahu, alejándose de la tradición diplomática argentina.