Un nuevo capítulo para Siria y Medio Oriente: qué pasará tras el derrocamiento de Al Assad
Después de 24 años, Al Assad fue derrocado y los rebeldes sirios tomaron el poder del país.
El derrocamiento de Bashar Al Assad ha puesto fin a más de 50 años de gobierno autoritario en Siria, un régimen caracterizado por la represión sistemática de opositores y minorías, respaldado durante más de una década por potencias extranjeras claves como Rusia, Irán y Hezbollah. La caída de Assad representa un cambio geopolítico trascendental para la región, con un fuerte golpe para la influencia de Teherán y Moscú, cuyos intereses han sido desbaratados por el avance de los grupos rebeldes apoyados principalmente por Turquía.
La victoria de estos grupos islamistas, encabezados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), representa un giro que ha dejado una profunda incertidumbre sobre el futuro del país. HTS, una organización con raíces en el Frente Nusra -el brazo armado de Al Qaeda en la región- ha logrado tomar el control de varias zonas de Siria, uniendo a una coalición heterogénea de facciones rebeldes. Sin embargo, las dudas sobre cómo estas fuerzas serán capaces de sostenerse en el poder y enfrentar los desafíos internos y externos que plantea la situación actual son enormes.
La coalición islamista en el poder: un escenario complejo
Los rebeldes que hoy dominan gran parte de Siria están liderados por HTS, un grupo islamista que, si bien ha intentado dar un giro hacia la moderación, sigue siendo visto por muchas naciones occidentales como una organización terrorista. Su líder, Abu Mohammed al Golani, quien durante años fue conocido por su radicalismo, ha tratado de suavizar su imagen, destacándose como defensor del pluralismo y los derechos de las minorías. Sin embargo, el cambio de imagen no ha sido suficiente para borrar el pasado del grupo, que hasta hace poco mantenía una estrecha vinculación con Al Qaeda.
Golani, de 42 años, abandonó su nombre de guerra para usar su verdadero nombre, Ahmad al-Sharaa, y adoptó un estilo más formal, vistiéndose con traje para las entrevistas y buscando proyectar una imagen más moderada ante el mundo. A pesar de estos intentos, el gobierno de Estados Unidos mantiene una recompensa de 10 millones de dólares por su captura, subrayando su estatus como terrorista. Esta contradicción entre su imagen pública y su pasado radical es solo una de las tensiones que enfrenta la coalición islamista, cuya legitimidad sigue siendo cuestionada por diversos actores internacionales.
La coalición, que incluye no solo a HTS, sino a otros grupos armados respaldados por Turquía, se enfrenta a una compleja realidad interna: Siria sigue siendo un país fragmentado, con múltiples actores con objetivos contrapuestos, como los kurdos, que han mantenido una gran autonomía en el norte del país y siguen luchando por la independencia y reunificación del Kurdistán. Además, las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una alianza de milicias kurdas y árabes apoyadas por Estados Unidos en la lucha contra el Estado Islámico, siguen siendo una pieza clave en el rompecabezas sirio.
El papel de Turquía: mediador o protagonista del futuro sirio
En este nuevo contexto, Turquía se perfila como un actor fundamental en la reorganización de Siria. El gobierno de Erdogan ha jugado un papel crucial en la guerra civil, no solo apoyando a grupos rebeldes, sino también luchando contra la creciente influencia de los kurdos en la región. Los kurdos sirios, que han logrado una autonomía significativa en el noreste de Siria, tienen vínculos con las milicias kurdas en Turquía, lo que ha sido una fuente de tensión constante entre Ankara y los grupos kurdos en Siria.
La salida de Irán y Hezbollah de Siria, tras el colapso del régimen de Assad, deja a Turquía en una posición de preeminencia, pues su influencia será decisiva para el futuro político y territorial del país. Sin embargo, la situación es delicada. La retirada de Rusia del país plantea interrogantes sobre si Moscú y Ankara han llegado a algún tipo de acuerdo para reconfigurar la situación en Siria. Algunos analistas, como Said Chaya, coordinador del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral, sugieren que la influencia de Turquía podría ser el factor clave para alcanzar un acuerdo que estabilice la región, siempre y cuando se logre un equilibrio entre las diversas facciones.
La cuestión kurda y la complejidad de los actores locales
El futuro de los kurdos en Siria es otro tema crucial en el escenario actual. La comunidad kurda en Siria ha mantenido una gran autonomía desde que expulsó al Estado Islámico de su región en 2015. Su relación con los Estados Unidos ha sido fundamental para garantizar su posición frente a las amenazas del gobierno sirio y otros actores. Sin embargo, la situación es compleja, pues los kurdos no solo enfrentan la presión del régimen sirio, sino también la oposición de Turquía, que los considera un grupo terrorista vinculado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que lucha por la independencia kurda dentro de Turquía.
En este contexto, la coalición islamista liderada por HTS deberá lidiar con la necesidad de gestionar un país dividido en múltiples facciones, cada una con intereses y objetivos propios. La pregunta que surge es si esta coalición podrá consolidar el poder o si necesitará de apoyos externos a largo plazo para mantener su dominio.
El futuro incierto de Siria y las perspectivas internacionales
A nivel internacional, la caída del régimen de Assad ha sido recibida con una mezcla de celebración y cautela. Potencias como Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea han expresado su satisfacción por el fin de un régimen que fue responsable de innumerables abusos a los derechos humanos, pero al mismo tiempo, reconocen el riesgo que implica un escenario de vacío de poder y la posibilidad de que el país se convierta en un campo de batalla para las facciones extremistas.
El presidente estadounidense, Joe Biden, resumió la situación de manera clara: "La caída de Al Assad es un acto fundamental de justicia después de décadas de represión, pero también un momento de riesgo e incertidumbre para Medio Oriente". La estabilidad de Siria y la región en general dependerán en gran medida de cómo se resuelvan las rivalidades internas y de qué manera los actores internacionales, como Turquía, Rusia y Estados Unidos, puedan influir en la reconstrucción del país.
La reconstrucción de Siria es una tarea monumental
El futuro de Siria está marcado por la incertidumbre y la fragmentación. La caída de Assad abrió un nuevo capítulo en la historia del país, pero las luchas internas y las rivalidades entre las facciones, así como la intervención de potencias extranjeras, hacen que el escenario sea impredecible.
Lo que está claro es que Siria, después de más de una década de guerra civil, necesitará de un proceso de reconstrucción complejo, tanto en lo político como en lo social, y que este proceso será influenciado por las decisiones de actores internacionales claves. Solo el tiempo dirá si los grupos rebeldes, con el apoyo de Turquía y otras potencias, podrán consolidar un nuevo régimen en Siria, o si el país se verá abocado a más años de inestabilidad y conflicto.