El último baile

¡Bienvenido, amigo lector, a la última columna de este 2024! Prepárese, porque lo que viene será más intenso. Tendremos peleas, amistades, lealtades y traiciones.

Patricio Adorno. Politólogo y docente universitario.

¡Bienvenido, amigo lector, a la última columna de este 2024!

Usted sabe que, a lo largo de este año, hemos repasado y analizado juntos las mil y una aventuras del León. Celebramos logros, advertimos peligros, disfrutamos de los culebrones políticos internos y externos, pusimos replay sobre alguna jugada maestra y, como no, sobre algún que otro pifie célebre que nos dejó el primer presidente liberal libertario de la historia de la humanidad. Sí, así de grandilocuente como se lee, y cómo le gustaría decir al propio presidente.

Como es una ocasión especial, y como no me gustaría cerrar este espacio haciendo un balance más del 2024 del Léon, pensé en detenernos un momento y tratar de hacer un poco de futurología sobre el porvenir de uno de los políticos más imprevisibles que nos ha legado nuestra joven democracia.

Es que, este año que ya se va, solo puede ser entendido como una introducción, como el prólogo de una historia que recién va por sus primeros capítulos. Capítulos en los que conocimos a los personajes (¡y qué personajes!), en los que nos contaron la misión que los lleva a la aventura, en los que nos presentaron a sus primeros antagonistas (porque los del 2024 seguro que no serán los últimos) y, finalmente, en el que avistamos los primeros desafíos libertarios.

Por eso, amigo lector, luego de este introductorio 2024, el 2025 asoma como el comienzo de la parte más jugosa de las aventuras del Javo, Kari, La PatoToto y Santi. Así, este nuevo año tendrá, en resumen, dos capítulos más que interesantes: el económico y, por supuesto, el político-electoral.

Arranquemos con el económico, el punto fuerte del gobierno durante el 2024 y en el que muestra algunos logros consistentes: baja de la inflación y del riesgo país, progresiva apertura del cepo, lenta recuperación de la economía y síntomas de confianza de los principales actores económicos en lo que al rumbo se refiere.

En este capítulo, probablemente, volvamos a encontrarnos con viejos conocidos. Trump y el FMI serán los primeros. Jugarán un rol fundamental en la recomposición de las reservas internacionales del país. La apuesta es a un nuevo salvataje financiero apalancado en el presidente republicano. En caso de suceder, las condiciones que ponga el Fondo van a ser miradas con lupa, sobre todo respecto al esquema económico que mantiene el gobierno. Pero ya llegaremos a ese punto.

Otro viejo conocido es Brasil, particularmente porque la Argentina es un país con las defensas (económicas) bastante bajas. Le pasó al riojano Menem con el tequila en los ‘90, a Cristina con las hipotecas en el 2008 y a Mauricio con la lira turca una década después. El mundo estornudó y el país quedó de cama. Por eso, el Javo debería tener cuidado con el gigante amazónico, no vaya ser cosa que estornude y, aquí, terminemos todos resfriados. Sobre todo cuando el despelote de Lula es político, no económico.

Finalmente, en el plano local, todo indica que la recuperación de la economía empezará a sentirse plenamente entre abril y mayo, justo a tiempo para las elecciones que serán en agosto. La apertura de las importaciones, la baja de aranceles y el anclaje del tipo de cambio en valores históricamente bajos para el país, van a poner mucha presión sobre el esquema productivo, así que no se sorprenda si el año que viene, en vez de tenerla a la CGT en las calles, encuentre a más de un grupo de empresarios recorriendo los medios para acordarse del Javo, Karina, su mamá y, de paso, su papá.

Pasemos al capítulo político. Aquí, el Gobierno sobrevoló el 2024 con alguna que otra turbulencia, mucho ruido y pocas nueces. En este sentido, libertarios y afines consiguieron sacar las tres o cuatro leyes que realmente les importaban, frenaron al Congreso cuando lo necesitaron, mostraron que tienen un brazo armado y una muñeca envidiable. Por si fuera poco, se pelearon, se amigaron, comieron milanesas, asados y entrañas, tuvimos héroes y, como no, también villanos.

Así, 2025 será por demás interesante. En principio porque, con la inflación volando bajito, al Gobierno no le quedará otra que arriar esa bandera y buscar una de reemplazo. En parte porque el desafío de domar el aumento de precios parece encaminado a dejar de serlo, en parte porque, poco a poco, las demandas de una sociedad que volvió a probar el sabor de la tranquilidad y la previsibilidad, se pondrán más exigentes y empezarán a pedir algunos condimentos que, hasta ahora, habían pasado por alto. Pobreza y desempleo asoman inquietantes en el horizonte.

Por otro lado, la relación del Gobierno con sus aliados va a ser digna de tener su propio culebrón. El PRO tiene amenazada su supervivencia. Su base de votantes se siente demasiado cercana al León y Mauricio no encuentra una buena excusa para retener la identidad del partido amarillo. El Javo lo sabe y, como en otras oportunidades, es probable que se aproveche de ello. Así como en su momento estuvieron a 2x1 los radicales en el Congreso, todo hace parecer que entraremos en temporada de liquidación de dirigentes del PRO. Porque, hasta ahora, ninguna de las excusas del gato funcionó.

No obstante, hay quienes dicen que a Mauricio le queda una última bala en la recámara: infringir una crisis política de magnitud a un León que todavía no la vivió. Así, lograría recordarle a libertarios y afines la dependencia institucional que tendrían del partido amarillo, mejorando de ese modo sus posibilidades de negociación. Hipótesis improbable, afirman los mismos que decían que Larreta iba a ser presidente. Quién sabe.

Por otro lado, los que aprovechan el entuerto, son los radicales que parecen operar regidos por un viejo refrán que afirma que "un clavo saca a otro clavo". A sabiendas de ser usados por los libertarios para forzar la capitulación del PRO, aprovechan la volada para rascar el fondo de la olla y llevarse algún que otro lugar en las listas del próximo año, electoral 2025 en el que, mire por dónde, los radicales renuevan las bancas que obtuvieron de la mano del macrismo.

Además, todo indica que el Javo buscará polarizar con la idea de los Kirchner, no con Cristina. Nacionalizar la elección para confrontar dos modelos de país. Plebiscitar el gobierno libertario para subsanar un hecho importantísimo: que el apellido Milei no estará en las boletas de 23 jurisdicciones. Queda por ver qué sucederá en Provincia de Buenos Aires. Por los pasillos de "la rosada" circulan encuestas en las que se mide a Kari, la "hermanísima". No serían números halagadores, más cuando en tierras bonaerenses se agita el fantasma de una Cristina candidata. ¿Se imagina que pasaría si un Milei fuera derrotado nada más (y nada menos) que por Cristina?

Finalmente, queda un último grupo de actores. Los gobernadores. Será interesante ver si, además de las provincias que eligen autoridades locales y nacionales, otras jurisdicciones optan por provincializar las elecciones. Gobernadores que se alejen de la campaña nacional para plebiscitar sus propias gestiones y, así, ampliar el número de diputados que les sean absolutamente fieles. Las banderas de "primero Tucumán" ondean en esa dirección.

Es que, mientras más parlamentarios propios, más poder de negociación con un gobierno nacional que enfrentará un parlamento probablemente más fragmentado y atomizado, un congreso en el que las alianzas serán cada vez más transitorias e inestables. Diputados tucumanos, catamarqueños o salteños, serán solo los primeros de una larga lista que, poniendo los intereses de sus provincias primero, negociarán las leyes que la rosada necesite.

Como verá, amigo lector, este 2025 será intenso. El camino será sinuoso y estará lleno de pozos y baches que algún funcionario se habrá olvidado de pavimentar. Probablemente, alguno pinche una rueda o se quede sin combustible a mitad del recorrido. Además, seguramente más de uno se irá a la banquina, derrapará o volcará. Tendremos peleas, amistades, lealtades y traiciones.

Pero por sobre todas las cosas, tendremos una democracia que vale la pena seguir cuidando y defendiendo. Porque no es un sistema perfecto, y nos ha dado más de un disgusto, pero créame cuando le digo que, hasta hoy, es lo mejor que tenemos.

Eternamente agradecido por el tiempo que le ha dedicado a estas columnas, amigo lector. Espero haberle sacado alguna que otra sonrisa durante este año y, por qué no, haberle despertado interés por la actividad más apasionante de todas: la política.

¿Fin?

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