Entre la creciente desconfianza interna y dificultades legislativas, el presidente Javier Milei realizó el martes una reunión secreta con un grupo reducido de ministros y asesores, excluyendo a la mayoría de su Gabinete. La convocatoria sorpresiva y restringida, calificada de "blue" dentro del entorno presidencial, refleja el aumento de las tensiones y sospechas dentro del gobierno. 

El Ejecutivo había anunciado a última hora la suspensión de la reunión semanal habitual del Gabinete, generando especulaciones entre los funcionarios. Oficialmente, se argumentó que la decisión se debía a la agenda ocupada del día, que incluía una reunión entre Milei y el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley. Sin embargo, se reveló que, en lugar de la reunión regular, se llevó a cabo un encuentro altamente restringido con solo unos pocos asistentes.

En esta sesión, que tuvo lugar por la mañana y duró alrededor de dos horas, estuvieron presentes el presidente Milei, su hermana y secretaria general Karina Milei, el asesor Santiago Caputo, el jefe de Gabinete Guillermo Francos, el vocero Manuel Adorni, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y el titular de la Cámara de Diputados Martín Menem. El resto de los ministros y altos funcionarios del gobierno, que en general conforman la lista de convocados a las reuniones regulares, fueron excluidos.

La elección de mantener la reunión en secreto y con una lista de asistentes tan reducida se debe a las crecientes preocupaciones sobre la lealtad y la confidencialidad dentro del gobierno. Las recientes dificultades para avanzar con la agenda legislativa en el Congreso y las sospechas de filtraciones de información confidencial han llevado al "triángulo de hierro" del presidente -compuesto por Milei, Karina Milei y Santiago Caputo- a intensificar su vigilancia interna.

El reciente despido del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, había sido un ejemplo claro de las consecuencias para aquellos que mostraban autonomía en la comunicación. Sin embargo, las sospechas persisten, y el gobierno está aún en busca de identificar al "topo" dentro de sus filas.

La reunión secreta también generó malestar entre aquellos que quedaron fuera del encuentro, muchos de los cuales se enteraron de la exclusión a través de rumores y filtraciones. La falta de transparencia y la desconfianza palpable llevó a una creciente tensión en el seno del gobierno de Milei, que intenta manejar una administración marcada por la fragmentación y el descontento interno.